lunes, 26 de noviembre de 2012

eHow en Español charló con el actor Leonardo Sbaraglia. Entérate qué le pasa al actor arriba y debajo del escenario



Dijiste que como actor “uno busca producir situaciones reales”…
Me refería es que uno intenta, en principio, producir situaciones que sean verosímiles, que tengan una lógica y que la pueda decodificar el espectador. Siempre pongo como ejemplo una obra que vi hace casi 15 años en el teatro San Martín de Buenos Aires, en el Festival de teatro, que llegó Peter Brook para hacer una obra basada en una novela de Oliver Sacks, sobre casos de personas con problemas neurológicos, se llamaba “The man who…”. Lo que vi arriba del escenario fue tan real, aún lo que ocurría en situaciones extremas. Sin embargo a mí me parecía estar entrando en la cabeza de ellos, de esos problemas neurológicos. O verla a Marilú Marini. Son cosas que no necesariamente tienen que ser realistas, sin embargo de una verosimilitud y una teatralidad y una lógica que me maravilla. Cada obra tiene su propio código, su propia verdad, su propia lógica que hay que descubrir.

¿Cómo entra la historia personal en esa verdad? ¿Tienes que correrla?
Está presente en el sentido de que eres un instrumento hecho por la técnica, por la experiencia, pero en ese paquete también está la experiencia de uno. En ese sentido, para comprender a los personajes, tienes que entrar. Ejemplo, Romeo y Julieta: el personaje tiene que estar enamorado de esa actriz que interpreta a Julieta.
Para uno esa actriz no es nada; quizás te parece que tiene lindos ojos, pero de ahí a tener enamoramiento… estás lejos. Pero seguramente tienes historia, en tu experiencia, en tu vida, de haberte enamorado. Entonces hay algo que se vale de esa experiencia. Esa persona no es nada pero tú sabes lo que es la experiencia del amor.
Hay algo de eso que tiene que ver con lo que uno vivió ya y debe ponerlo al servicio. Uno no hace un cálculo matemático “cuántas veces me enamoré, qué caras me vienen”. No, dejas que eso venga, confías en que es mejor que eso lo haga la imaginación. Es todo un gran caldo donde se mezcla la vida y la ficción.
Mi formación general ha sido alrededor de cierto criterio, perseguí en estos 20, 25 años un mismo asunto, que se va sofisticando y continúa desarrollándose. Pero fundamentalmente lo más importante es desarrollar el instrumento actoral de uno. Oficio, trabajo, experiencias con colegas. De ver a otros actores trabajar. Y de las necesidades de cada lenguaje, porque muchas veces te encuentras con un director que te trasmite de una manera musical, y otro te habla en un lenguaje más cercano, que tiene que ver con la acción, la intención y el objetivo del personaje.
Lo que yo busco y hago tiene que ver con un criterio basado en un cuerpo relajado, en tener procesos reales arriba del escenario, de emociones, movimientos y pensamientos que se generan ahí mismo, no son prefabricados. Tratar de vivir eso que está ocurriendo como si en ese momento fuese parte de un moviendo orgánico y vital de la vida. Y creo mucho en la concentración, en el contacto con el compañero, depender mucho del otro, lo que está dando el otro. Estar atento al otro, es la premisa, porque aparte eso se parece más a la vida. Uno en la vida está pendiente de uno y tiene momentos reflexivos pero todo el tiempo está en una interrelación con otra persona y con objetos que están cargados para uno. Desde una mesita de luz, hasta la cama, las sábanas, tu pareja, el ambiente que uno creó, que le dio forma. Ese lugar donde uno se siente cómodo.
Todo tiene que ver con el afuera. Y es una metáfora de la vida; un actor está interpretando a un ser humano dentro de un diseño escrito por otra persona. El actor debe saber bien de qué manera ocuparse acerca de qué quiso contar el autor para saber qué tiene que actuar.
¿Qué cosa no entendiste aún a los 42 años?
[Piensa] Creo que puedo aprender muchas cosas, soy un tipo de mirar muy para adelante; lo que viene siempre estará mejor. Pienso que voy a vivir 50, 60 años más [Sonríe].
¿Le tienes miedo a la muerte?
¿Al cajón? No, para nada. Pero se siente el paso del tiempo…
¿Qué sabes hacer muy bien que no nos enteramos aún?
Uy, déjame pensar…bueno, lo de ventrílocuo es como que ya lo saben. Pasa que como actor uno debe aprender muchas cosas. Pero le hago el mejor tostado a mi hija. Y soy muy bueno haciendo masajes. ¡También hago una torta de queso que me sale como a nadie! fuente ehowenespanol

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