Es reconocido mundialmente, aunque esto no parece importarle demasiado.
–Tiene varias
películas por estrenar: Red Lights, Cornelia frente al espejo y Restos. –Es verdad, pero no se aún las
fechas de estreno porque son todas producciones de afuera. Excepto Cornelia,
que es una película independiente que en este momento está en manos de Daniel
Rosenfeld (director), y está decidiendo en qué mercado conviene presentarla.
Por su parte, Red Lights estrena entre agosto y septiembre. Restos es una
película mexicana que se presenta recién
el próximo año. Lo único que te puedo confirmar hoy es que a fines de agosto
estreno Cock, una obra de teatro en el Paseo La Plaza.
–Cock, ¡qué nombre!
–(Se ríe) Sí, ese es el doble sentido. Y el espectáculo
es muy interesante porque habla sobre una pareja gay establecida, con varios
años de relación. Mi personaje entra en crisis con su identidad y establece una
relación con una mujer por primera en su vida. Es exactamente al revés de cómo suceden
las cosas en general. Es una especie de rompecabezas en el que se cuenta la
historia de una manera muy particular.
–¿Tiene que ver con el planteo de amor por la persona
más allá del género?
–Sí, exactamente. Utiliza el tema de la sexualidad
para hablar de las decisiones, del deseo, del tipo de relaciones que uno establece.
Además, tiene un lenguaje muy llano y se habla desde el corazón, desde el sentimiento,
y esto establece un diálogo muy accesible y conmovedor.
–Es muy moderna la
idea dentro del ámbito de las obras.
–Creo que es una de las primeras obras en las
que se aborda el tema. Si no me equivoco se estrenó en Londres hace tres años.
La verdad es que estoy muy contento y asustado también. El teatro es un
lenguaje muy difícil y me genera una especie de vértigo.
–¿Su personaje es el
que transita estos amores y lugares límites?
–Sí, son lugares muy lindos y fronterizos a la
vez. En eso estamos en este momento, haciendo el proceso que vive el personaje.
–¿Y Leo qué opina
sobre estos temas?
–Comparto completamente la idea de la obra. Me
parece una idea que tiene mucho que ver con el ser humano. No me ha pasado,
pero entiendo que puede suceder.Siempre me he enamorado de mujeres... al menos
por ahora. Pero la propuesta es muy interesante porque rompe estereotipos. No
habla solamente sobre la sexualidad, habla sobre la identidad y los
sentimientos, sobre los vínculos y las disfunciones sociales en las que nos
meten. El personaje es alguien que está tratando de salir de un encierro. Y eso
es algo universal.
–Volviendo a Red
Lights, cuénteme cómo fue la experiencia de trabajar con actores como Robert De
Niro y Sigourney Weaver.
–Es diferente en varios aspectos. Se trabaja con
mucha más libertad económica y eso te cambia todo. Se filma más tiempo, más
días y se repiten escenas mil veces. Se mide todo en otras escalas, es genial.
La película se filmó en Barcelona y Canadá, pero yo estuve sólo en Barcelona.
Con De Niro no compartí escenas, aunque me hubiese encantado. Fui a verlo rodar
y quedé fascinado. Tiene una forma de trabajar que me recuerda a Federico Lupi o
Lito Cruz. Son personas que abordan el texto y las escenas de manera muy
relajada y con una conexión fuerte con el papel. Con Sigourney Weaver compartí más
porque tengo una escena con ella, y fuimos a almorzar un par de veces. Es una mujer
superelegante, refinada, muy culta. Es hija de diplomáticos y tiene esa
impronta... ¡y es altísima! Mide 1,85. Es muy alta y muy encantadora. Si tengo
que sacar una conclusión, fue una experiencia muy interesante poder ser parte
de otra forma de hacer cine.
–Lo voy a sacar un
rato de lo concreto, le propongo un juego, ¿le parece?
–Encantado.
–¿Cine, teatro o
televisión?
–Los tres, porque son tres lenguajes diferentes
y te relacionás desde otros lugares.
–Noto que le gusta
cantar y lo hace muy bien.
–Sí, me gusta mucho, y voy en esa dirección porque
el año que viene voy a hacer un espectáculo de canto.
–¿Vicios o virtudes?
¿Qué lo atrae más?
–¿Qué son los vicios y qué son las virtudes?
–¿Qué son los vicios y
qué son las virtudes para usted?
–Ah, me estás haciendo pensar. Lo único que sé
es que, conteste lo que conteste, voy a quedar reducido a un juicio. Si los
vicios son parte de una dependencia que te encierra habría que tratar de
destrabar esa situación. Me parece que la vida se va entrelazando de esa
dialéctica entre vicios y virtudes. Muchas cosas son tóxicas en la sociedad,
pero son parte de ella. No hay que negar ni ocultar los vicios ni exacerbar las
virtudes. En mi trabajo, para armar un personaje, estoy siempre indagando en las
oscuridades, en lo incontenible del ser, en los extremos. Pero para poder
hacerlo no se puede tener prejuicios sobre ninguna forma de sentir o de ser.
Uno no puede quedarse atrapado en un sistema bidimensional, tiene que entrar en
uno que lo contenga todo, y allí no puede haber límites. Opinar sobre eso es
juzgar, y por lo que hago, no puedo escindir la virtud del vicio en términos
artísticos. En la vida vivimos en la realidad concreta y uno no puede perderse
en terrenos dañinos o relaciones tóxicas, menos cuando tenés un hijo.
–¿Tiene algún vicio?
–Si hablamos de algo que no pueda manejar, no. Digamos que no me siento atado a nada.
Además, tengo que ser sincero, en mi trabajo uno puede licuar todos los sentimientos
que se pueden definir como oscuros y transformarlos en arte. Es una forma de
catarsis creativa.
–¿Qué es lo que más
valora en una persona?
–La honestidad, la generosidad, la atención por
el otro, la disposición hacia el otro. La inteligencia, por supuesto, pero
siempre al servicio de construir con el otro.
–¿Qué no soporta?
–El egoísmo como un desprendimiento de la
idiotez. Pero no la idiotez por falta de recursos, sino la estupidez de ir por
la vida con anteojeras. No soporto la soberbia.
–¿Sueños por cumplir?
–¡Muchos! Me encantaría hacer más películas como Red Lights...–(Interrumpo) Y hacer escenas con De Niro. –(Risas) No sé si me
animaría.
–¿Por qué no?
–Realmente no lo sé. Tendría que estar ahí y
ver qué sale. –Pero hace un rato me dijo que le hubiese encantado hacer alguna
escena con él. –Sí, es la dicotomía en la que nos movemos los seres humanos.
–¿Tiene miedos?
–A veces al público le tengo miedo. Es esa paradoja
de desear esa mirada y al mismo tiempo el miedo a esa mirada.
–Si pudiera pedir tres deseos, ¿qué pediría? –En
este momento que la obra salga bárbara. Quiero poder disfrutarla, sentirme cómodo
y hacer un lindo trabajo. Quiero que mi hija crezca sana y sea feliz. Que
encuentre algo que realmente le guste hacer y lo haga, que esté con quien le
guste y que sigamos teniendo la maravillosa relación que mi mujer y yo tenemos
con ella. Ese deseo se extiende a mi mujer y a su felicidad. Y realmente me
encantaría que la gente pueda ver cada vez más lo genial que es como artista.
–¿Hacia dónde cree que
se mueve el mundo?
–Si uno revisa y lee a los historiadores se da
cuenta de que hoy el mundo es mucho más humano que hace cien años. Y, sobre todo,
hay una conciencia sobre la realidad que nos rodea, más conciencia de la humanidad
y de la deshumanidad. Idealmente hacia ahí se dirige el mundo gracias a la
gente que todos los días hace algo para que así sea.
–Su obra favorita.
–¡Qué difícil elegir! En el arte me encanta lo
que hace mi mujer, me gusta mucho también Lucian Freud, Henry Moore, Berni y
Antonio López. Es tanto que me cuesta responder.
–¿A quién admira?
–Marlon Brando, Al Pacino, Robert De Niro,
Daniel Day-Lewis, Peter Brook. Hablo de ellos como artistas, por lo que logran
transmitir.
–Si no hubiese sido
actor, ¿qué hubiera elegido?
–No lo sé, pero sí te puedo decir que tendría
que ser algo relacionado con la expresión, con la comunicación. Créanme que
después de una tarde llena de sorpresas, quedó claro.
Leo Sbaraglia es ACTOR, sin nada más que
agregar.
Por: Julia Devotto // Fotos: Karím Fortunato Pereda // Retoque di gital : Julio Col antoni
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