Repartido entre su Argentina natal y su patria adoptiva, España, este actor no deja de estrenar títulos en las taquillas cinematográficas. Filma aproximadamente dos películas por año, pero entre la vorágine de los rodajes, se hace un tiempo para compartir con su familia. Tiene 38 años y está casado con Magdalena, artista plástica con la que tiene una hija, Julia, de apenas dos años. Hablamos de Leonardo Sbaraglia, un hombre que se destaca por su sensibilidad, inteligencia y talento Por Patricia Pujol - Fotos: Guadalupe Marín “Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar.” Antón Chejov
Si pensamos en la tríada que se está estrenando en España en estos momentos, (Santos, El Rey de la Montaña y Diario de una ninfómana), se podría decir que 2008 fue un año lleno de proyectos profesionales para vos. Casi llegando a fin de año, ¿cuál es tu balance?
-El balance es muy bueno porque estuve mucho tiempo en Argentina, trabajando. Primero estuve haciendo un trabajo para la tira Epitafios de HBO en su segunda temporada y después haciendo una película española llamada El corredor nocturno, dirigida por Gerardo Herrero, cuyo actor principal es Miguel Angel Solá. Está basada en una novela homónima del autor uruguayo, Hugo Burel. Estuvimos trabajando mucho con él en Argentina y terminamos de filmar en Alicante. Justo coincidió que en España están sucediendo tres estrenos de películas en las que participé. Aunque los balances son siempre relativos, creo que lo que más me gustó de 2008 fue haber podido volver a trabajar en Argentina.
-Filmás un promedio de dos películas por año. ¿Cómo se conjuga esa dinámica profesional con la vida personal?
-Es complejo porque tengo una hija muy chiquita; por suerte, desde que nació me pude ocupar mucho de ella. Cuando uno trabaja en una película puede estar muy ocupado por cinco o siete semanas, ya que son jornadas de 12 horas, y a veces fuera del país donde se vive. En esos momentos me tengo que conformar con ver a mi hija un rato. Pero cuando no estoy trabajando, tengo la posibilidad de estar con ella todo el día. Me gusta mucho mi trabajo también, entonces hay que ir encontrando el equilibrio para no perderte la crianza de los hijos, que es lo más importante.
-En relación a la película Santos, dirigida por Nicolás López y estrenada en España, ¿cómo fue tu trabajo interpretativo teniendo que encarnar a un villano por primera vez?
-Esta película se hizo a mediados de 2006 y después de ella pasó algo muy raro, porque me surgieron otros personajes del estilo. Parece que después de ese personaje que hice en Santos, se hubiera inaugurado una zona macabra de mi expresión. Es un personaje lindo porque es divertido, ya que me dio mucha licencia para jugar en ese rol de malo, donde hice convivir a todos los imaginarios de villanos que he visto durante toda mi vida. Como se trata de una historia de comic, me permitió no atarme a cuestiones psicológicas. Me gusta ese personaje y la película está muy bien. Justo después de eso se me presentaron oportunidades de hacer personajes parecidos. En Epitafios hago de un asesino.
-¿Y cómo es el personaje que te tocó interpretar en la película (aún sin estrenar) El corredor nocturno?
-La película tiene un misterio que no quiero develar, pero se trata de un personaje que ha hecho algo terrible en su pasado. Después de 10 años pretende hacer una vida ejemplar como padre de familia y como ejecutivo que quiere hacer las cosas bien. Sin embargo, llega alguien que viene a recordarle lo ocurrido, para que asuma verdaderamente quién es.. Ese personaje, que interpreta Solá, lo pone en una encrucijada moral y física. Lo va metiendo en un embudo. Es interesante porque por otro lado, mi personaje es un tipo que todas las noches sale a correr para despejar su conciencia y tratar de no pensar. Necesita volver a los músculos, a la respiración y que no pase ningún pensamiento por su cabeza.
-Trabajaste en cine, televisión y teatro. ¿En qué formato te sentís más cómodo para desarrollar la actuación?
-Ahora me acordé de que estuve en Montevideo haciendo teatro con el mítico Clave de Sol (se ríe). Hace 10 años que no hago teatro. Lo último que hice fue Closer en Argentina. En este momento tengo muchas ganas de volver a las tablas. Si evaluamos por la cantidad de películas para la gran pantalla que hice, las estadísticas dirían que me gusta más; sin embargo, creo que en cuanto a lo interpretativo me planteo la construcción de los personajes de la misma forma que lo hago en el teatro.
La manera de abordar mis personajes es para ese tipo de expresión artística, aunque la cámara te hace ser expresivamente distinto. He aprendido mucho haciendo cine y me he mantenido estudiando teatro, con la intención de entrenarme en lo actoral. Siento que las condiciones que se dan en el teatro son las que hacen crecer más al actor, porque hay mucho tiempo para crear el personaje y desarrollarlo. Uno le busca aspectos nuevos función tras función, además de que puedes encontrarte con grandes dramaturgos y directores. Interpretar a Shakespeare o a Chéjov te da la posibilidad de abordar grandes pensamientos.
Por otro lado, la televisión brinda las condiciones de resolver las situaciones y los personajes en corto plazo. Eso te permite un ejercicio interesante, te hace perder el encorsetamiento, te da la libertad de lanzarte y resolver.
En el cine depende de con qué director te encuentres. Si te toca un director que no gusta de lo que hace, tu trabajo no va a ser interesante. . El actor depende mucho del director porque es el que participa de todos los procesos de una película, desde su preparación, producción y montaje, momento en el cual se termina de escribir la película.
-¿Cómo es Sbaraglia de espectador de sí mismo y cómo es cuando se sienta a ver una obra de teatro o una película?
-Soy bastante objetivo con mis trabajos, aunque no del todo. Puedo serlo más, cuando pasan un par de años de haberlo hecho y visto. Soy crítico porque tengo la mirada más entrenada y me puedo dar cuenta fácilmente de si algo funciona o no. Pero no me echo la culpa sólo a mí, porque depende de otros elementos, como el montaje. Uno puede hacer mal su trabajo y con un buen montaje sale mejor, y puede hacer un buen trabajo con un mal montaje, por lo que no sale como uno espera. Verse uno mismo hace que puedas darte cuenta de en qué proceso del aprendizaje estás. Eso lo sabe uno mejor que nadie.
Cuando veo otras películas me dejo ser bastante libre. Por eso pienso que soy un espectador bastante ingenuo.
-¿Te gustaría hacer algo desde la actuación que nunca hayas hecho?
-Sí, me gustaría hacer en teatro Hamlet, con un buen director que me de confianza y que yo conozca. Me gustaría tener con él un código y un lenguaje constituido. Sería lo mismo que a un arquitecto le den la posibilidad de hacer una gran construcción, para la cual sabe que va a tener que forzar sus límites y aprender mucho.
Para ver
Sbaraglia recomienda tres películas argentinas:
El nido vacío del director Daniel Burman, con actuaciones de Oscar Martínez y Cecilia Roth.
La leonera de Pablo Trapero, con las actuaciones de Martina Gusman, Elli Medeiros y Laura García.
Motivos para no enamorarse del director Mariano Mucci, con las actuaciones de Jorge Marrale y Celeste Cid.
Sbaraglia recomienda tres películas argentinas:
El nido vacío del director Daniel Burman, con actuaciones de Oscar Martínez y Cecilia Roth.
La leonera de Pablo Trapero, con las actuaciones de Martina Gusman, Elli Medeiros y Laura García.
Motivos para no enamorarse del director Mariano Mucci, con las actuaciones de Jorge Marrale y Celeste Cid.
Se dice de él
Leonardo Sbaraglia nació el 30 de junio de 1970 en Buenos Aires, Argentina. Estrenó su carrera cinematográfica con la participación en la película La noche de los lápices en 1986. Un año más tarde, saltó a la televisión formando parte del elenco de Clave de Sol, telenovela que además lo acercó al teatro. En 1993 participó en la película de Marcelo Piñeyro Tango feroz y dos años más tarde actuó en Caballos Salvajes. En 1997 estrenó Cenizas del paraíso, con Héctor Alterio. En 2001 debutó en el cine español con Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo, película que le valió un premio Goya al mejor actor revelación del año. Dos años más tarde, protagonizó Plata Quemada con Pablo Echarri y Eduardo Noriega, película que también dirigió Piñeyro. En ese mismo año hizo Carmen, de Vicente Aranda, compartiendo protagonismo con la actriz, Paz Vega.
La filmografía de Sbaraglia es cuantiosa. Ha hecho casi 30 trabajos interpretativos distintos. Este año, estrena tres títulos simultáneamente en España, además de haber participado en la segunda temporada de la serie televisiva de HBO, Epitafios.
Leonardo Sbaraglia nació el 30 de junio de 1970 en Buenos Aires, Argentina. Estrenó su carrera cinematográfica con la participación en la película La noche de los lápices en 1986. Un año más tarde, saltó a la televisión formando parte del elenco de Clave de Sol, telenovela que además lo acercó al teatro. En 1993 participó en la película de Marcelo Piñeyro Tango feroz y dos años más tarde actuó en Caballos Salvajes. En 1997 estrenó Cenizas del paraíso, con Héctor Alterio. En 2001 debutó en el cine español con Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo, película que le valió un premio Goya al mejor actor revelación del año. Dos años más tarde, protagonizó Plata Quemada con Pablo Echarri y Eduardo Noriega, película que también dirigió Piñeyro. En ese mismo año hizo Carmen, de Vicente Aranda, compartiendo protagonismo con la actriz, Paz Vega.
La filmografía de Sbaraglia es cuantiosa. Ha hecho casi 30 trabajos interpretativos distintos. Este año, estrena tres títulos simultáneamente en España, además de haber participado en la segunda temporada de la serie televisiva de HBO, Epitafios.
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