Entre productores, asistentes, microfonistas, agentes de prensa, peinadores y maquilladoras, desde el fondo del pasillo llega caminando Leonardo Sbaraglia, con un estilo a lo Humphrey Bogart inconfundible. Después de terminar una escena de esta película dentro de la película, como un juego de mamushkas en el que la confusión entre ficción y realidad y el cruce de géneros marcan los avances de la acción, Sbaraglia se despega el bigotito que marca el guión y se presta a la charla."Martín Alonso, mi personaje, es un poco simbólico, ya que más que tener tanta participación, es una idealización de aquel otro frustrado que interpreta Juan Minujín; un actor simpático, que le va muy bien, tiene buena onda y encima es buena gente. O sea que ni siquiera existen motivos para odiarlo. En ese sentido, me parece que el guión es muy interesante y pone en evidencia lo dura que puede ser muchas veces esta profesión, que en muchos aspectos linda con lo patético", apunta Sbaraglia.
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