–¿Qué visión tuviste del país en los años que visite en España?–Me fui en 2000, con De la Rúa de presidente. Era un país que era una cáscara, se vino la hiperinflació n. Lo que vi inmediatamente después de la asunción de Kirchner es que se fue armando algo más parecido a la ilusión que uno puede tener. A nivel Derechos Humanos, a nivel ideológico, incluso a nivel decisiones económicas que ahora me parecen más humanas que antes.
–¿La situación política influyó con tu decisión de trabajar fuera del país?–No me fui por razones políticas. Me fui para ampliar mi carrera, yo tenía trabajo, el tema era qué tipo de trabajo tenía y las alternativas que potencialmente había en España eran mucho más variadas, sobre todo a partir del estreno de Plata Quemada.
–¿Cuándo surgió la idea del retorno? –Luego de 5 años de estar allá ya sentía ganas de volver, y no fue porque se había agotado la experiencia. Lo que buscaba era que mi trabajo fuera más equitativo: estaba un 20% acá y un 80%, allá. Epitafios marcó el principio de la vuelta porque me obligó a estar seis meses acá. El país que yo veía desde afuera también me daba ganas, probablemente si hubiese habido otro gobierno, la decisión hubiera sido más difícil.
Su agenda laboral reciente incluye la vuelta a la televisión abierta. Sbaraglia hará de Francisco Canaro en un episodio de Lo que el tiempo nos dejó, la serie de unitarios que retrata desde la ficción determinados hechos de la historia argentina. Y para Underground, la misma productora, grabará el piloto de Un año para recordar, con Carla Peterson y Eleonora Wexler. De concretarse ese proyecto, Leonardo volvería a participar de una tira, algo que no pasa desde la recordada Clave de Sol.
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