Llega el jueves y te pones supermona para ir al trabajo porque te toca entrevistar a Leonardo Sbaraglia. Aclaremos que te llamas Susanna Griso y trabajas en Espejo público. El actor prepara un mate y sorbéis de la misma bombilla…es amargo, pero sabe delicioso. Después se tumba frente a ti en un diván. Te cruzas de piernas como sólo tú sabes y preguntas: “¿Te has sentido tentado por algún diablo vestido de mujer?”.
Media hora después, cuando todavía estás paladeando la respuesta de Leo, tu Leo, entra en el plató Tamara. La buena, no la plasta de los boleros. Suena el No cambié y se te corta el yogur de bífidus que protege tus defensas. Encima, la artista de la laca te planta: “Yo he venido a hacer una entrevista pactada contigo, no admito tonterías”. Sufres un flashback y buscas a tu derecha a Matías Prats porque con él estas cosas no pasaban, pero topas con Massiel, que te cuenta que tiene faringitis porque, como lleva escayola, le entra frío por los pies. Ahora sufres un flashforward, como la serie de Cuatro que vuelve. Y te asusta tanto que te refugias en el recuerdo de Leo. “¿Puedo echarle un poco de azúcar al mate?”, preguntas…
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