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"Lo que pasa es que nosotros, como actores, tenemos una profesión muy diferente, que va cambiando siempre, en el sentido que uno tiene que ir incorporando nuevos elementos de la imaginación, para construir la realidad de los nuevos personajes. Por eso, el actor está obligado a ser muy curioso con el mundo, con los demás seres humanos, y tratando de comprender su construcción. Lo que pasa es que vivimos en un momento -y en un sistema- que, obviamente, lo macro afecta a lo micro. Y nuestras relaciones se ven afectadas por todo eso, aunque uno lucha por no olvidarse de lo más importante". Pero si Sbaraglia se entusiasma hablando de cine y teatro, más se apasiona hablando de su vida familiar. "Me gusta ir al cine o leer un libro, pero más que nada me encanta estar con mi hija de cuatro años y con mi familia. Trato de dedicarme mucho a la formación de mi hija, porque ella está en esa etapa en que está formando su identidad, y uno es responsable de esa formación. Y no te podés hacer el boludo con eso, porque los actos de los cuales uno participe en este momento de la vida de ella van a ser ladrillos fundamentales de su psiquis, de sus emociones, de sus pensamientos".