Buenos Aires.- "El corredor nocturno" es la nueva película del español Gerardo Herrero, cuyos protagonistas, los argentinos Leonardo Sbaraglia y Miguel Ángel Solá, ruedan estos días en Buenos Aires este "thriller urbano de intriga y suspense que habla del acoso, del poder y del dinero", en palabras del director.
"Es una película agobiante que habla de acoso y manipulación en el mundo de las grandes empresas" comentó a Efe Gerardo Herrero (d).
Once horas diarias, de media, dedica el equipo, formado por españoles y argentinos, al rodaje de la historia de Eduardo López (Sbaraglia), gerente de una compañía de seguros aficionado al jogging que es chantajeado y acosado por Raimundo "Conti", a quien Solá define como un personaje "oscuro y extraño".
Desde las siete de la mañana hasta media tarde cerca de un centenar de profesionales se movilizan a diario para que cada detalle de "El corredor nocturno" esté listo.
"Es una película agobiante que habla de acoso y manipulación en el mundo de las grandes empresas" comentó a Efe Gerardo Herrero, que ha dirigido a actores como Imanol Arias, Carmen Maura o Harvey Keitel, entre otros.
"El corredor nocturno" se basa en la novela homónima del escritor uruguayo Hugo Burel, un libro que a Herrero le "gustó mucho", y le llevó a proponerle al guionista argentino Nicolás Saad que convirtiera en película, dando como resultado una historia "un poco en la línea del 'Misterio Galíndez', de esas películas más intensas, tersas, secas y duras".
Para Herrero es "una maravilla" y "un regalo" dirigir a Sbaraglia y Solá, dos actores que se confiesan "obsesivos" del trabajo, a quienes ya conocía y que le brindan la posibilidad de "disfrutar del matiz" gracias a la "gran complicidad" que han conseguido.
Hoy rodaron en un distinguido restaurante del porteño barrio de Palermo una escena en la que los protagonistas cenan junto a la esposa de Eduardo, encarnada por la actriz argentina Erica Rivas.
Lo que podría parecer relativamente fácil en un principio se convierte en un desafío en el mundo del cine.
No sólo se prepara la escena, las cámaras y la iluminación, sino que hay que ocuparse de que los colores de la vestimenta de los extras no estropeen el plano o de que las copas de vino estén niveladas como si ya hubieran sido utilizadas.
Antes de que comience el rodaje, decenas de personas estudian los ángulos, colocan el menaje, distribuyen a los extras, preparan paneles para modular la luz e incluso adornan los platos que degustarán los protagonistas.
Leonardo Sbaraglia aparece en el set de rodaje elegante y animado, saluda uno por uno a los miembros del equipo y se deja maquillar y peinar con cara de resignación.
"Mi personaje está en un momento de su vida de mucha presión" lo cual implica "sutilezas y matices" que lo hacen "complicado" de interpretar, explica en una entrevista con Efe.
Cuando todo está listo, los actores ocupan sus puestos y ensayan un par de veces, estudian su posición y repasan su texto, aunque si fallan, el apuntador está siempre alerta.
Tras los ensayos previos, silencio absoluto en el restaurante, todo el mundo pendiente de los protagonistas y al grito de "acción" arranca el rodaje.
Serán una, dos, tres o diez veces las que tengan que repetir una escena de apenas cuarenta segundos en función de las equivocaciones de los actores, del gusto del director o de posibles interferencias externas, como una incómoda mosca que se pose sobre el tiramisú o un foco que repentinamente se funda.
Cuando acaba el trabajo, el intercambio cultural y profesional entre españoles y argentinos continúa; hoy hablaban más de la paella que han organizado los técnicos para el fin de semana que de los detalles de la escena.
"Es una película agobiante que habla de acoso y manipulación en el mundo de las grandes empresas" comentó a Efe Gerardo Herrero (d).
Once horas diarias, de media, dedica el equipo, formado por españoles y argentinos, al rodaje de la historia de Eduardo López (Sbaraglia), gerente de una compañía de seguros aficionado al jogging que es chantajeado y acosado por Raimundo "Conti", a quien Solá define como un personaje "oscuro y extraño".
Desde las siete de la mañana hasta media tarde cerca de un centenar de profesionales se movilizan a diario para que cada detalle de "El corredor nocturno" esté listo.
"Es una película agobiante que habla de acoso y manipulación en el mundo de las grandes empresas" comentó a Efe Gerardo Herrero, que ha dirigido a actores como Imanol Arias, Carmen Maura o Harvey Keitel, entre otros.
"El corredor nocturno" se basa en la novela homónima del escritor uruguayo Hugo Burel, un libro que a Herrero le "gustó mucho", y le llevó a proponerle al guionista argentino Nicolás Saad que convirtiera en película, dando como resultado una historia "un poco en la línea del 'Misterio Galíndez', de esas películas más intensas, tersas, secas y duras".
Para Herrero es "una maravilla" y "un regalo" dirigir a Sbaraglia y Solá, dos actores que se confiesan "obsesivos" del trabajo, a quienes ya conocía y que le brindan la posibilidad de "disfrutar del matiz" gracias a la "gran complicidad" que han conseguido.
Hoy rodaron en un distinguido restaurante del porteño barrio de Palermo una escena en la que los protagonistas cenan junto a la esposa de Eduardo, encarnada por la actriz argentina Erica Rivas.
Lo que podría parecer relativamente fácil en un principio se convierte en un desafío en el mundo del cine.
No sólo se prepara la escena, las cámaras y la iluminación, sino que hay que ocuparse de que los colores de la vestimenta de los extras no estropeen el plano o de que las copas de vino estén niveladas como si ya hubieran sido utilizadas.
Antes de que comience el rodaje, decenas de personas estudian los ángulos, colocan el menaje, distribuyen a los extras, preparan paneles para modular la luz e incluso adornan los platos que degustarán los protagonistas.
Leonardo Sbaraglia aparece en el set de rodaje elegante y animado, saluda uno por uno a los miembros del equipo y se deja maquillar y peinar con cara de resignación.
"Mi personaje está en un momento de su vida de mucha presión" lo cual implica "sutilezas y matices" que lo hacen "complicado" de interpretar, explica en una entrevista con Efe.
Cuando todo está listo, los actores ocupan sus puestos y ensayan un par de veces, estudian su posición y repasan su texto, aunque si fallan, el apuntador está siempre alerta.
Tras los ensayos previos, silencio absoluto en el restaurante, todo el mundo pendiente de los protagonistas y al grito de "acción" arranca el rodaje.
Serán una, dos, tres o diez veces las que tengan que repetir una escena de apenas cuarenta segundos en función de las equivocaciones de los actores, del gusto del director o de posibles interferencias externas, como una incómoda mosca que se pose sobre el tiramisú o un foco que repentinamente se funda.
Cuando acaba el trabajo, el intercambio cultural y profesional entre españoles y argentinos continúa; hoy hablaban más de la paella que han organizado los técnicos para el fin de semana que de los detalles de la escena.
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