Dijiste que como actor “uno busca producir
situaciones reales”…
Me refería es que uno intenta, en principio,
producir situaciones que sean verosímiles, que tengan una lógica y que la pueda
decodificar el espectador. Siempre pongo como ejemplo una obra que vi hace casi
15 años en el teatro San Martín de Buenos Aires, en el Festival de teatro, que
llegó Peter Brook para hacer una obra basada en una novela de Oliver Sacks,
sobre casos de personas con problemas neurológicos, se llamaba “The man who…”.
Lo que vi arriba del escenario fue tan real, aún lo que ocurría en situaciones
extremas. Sin embargo a mí me parecía estar entrando en la cabeza de ellos, de
esos problemas neurológicos. O verla a Marilú Marini. Son cosas que no
necesariamente tienen que ser realistas, sin embargo de una verosimilitud y una
teatralidad y una lógica que me maravilla. Cada obra tiene su propio código, su
propia verdad, su propia lógica que hay que descubrir.
¿Cómo entra la historia personal en esa verdad?
¿Tienes que correrla?
Está presente en el sentido de que eres un
instrumento hecho por la técnica, por la experiencia, pero en ese paquete
también está la experiencia de uno. En ese sentido, para comprender a los
personajes, tienes que entrar. Ejemplo, Romeo y Julieta: el personaje tiene que
estar enamorado de esa actriz que interpreta a Julieta.
Para uno esa actriz no es nada; quizás te
parece que tiene lindos ojos, pero de ahí a tener enamoramiento… estás lejos.
Pero seguramente tienes historia, en tu experiencia, en tu vida, de haberte
enamorado. Entonces hay algo que se vale de esa experiencia. Esa persona no es
nada pero tú sabes lo que es la experiencia del amor.
Hay algo de eso que tiene que ver con lo que
uno vivió ya y debe ponerlo al servicio. Uno no hace un cálculo matemático
“cuántas veces me enamoré, qué caras me vienen”. No, dejas que eso venga,
confías en que es mejor que eso lo haga la imaginación. Es todo un gran caldo
donde se mezcla la vida y la ficción.
Mi formación general ha sido alrededor de
cierto criterio, perseguí en estos 20, 25 años un mismo asunto, que se va
sofisticando y continúa desarrollándose. Pero fundamentalmente lo más
importante es desarrollar el instrumento actoral de uno. Oficio, trabajo,
experiencias con colegas. De ver a otros actores trabajar. Y de las necesidades
de cada lenguaje, porque muchas veces te encuentras con un director que te
trasmite de una manera musical, y otro te habla en un lenguaje más cercano, que
tiene que ver con la acción, la intención y el objetivo del personaje.
Lo que yo busco y hago tiene que ver con un
criterio basado en un cuerpo relajado, en tener procesos reales arriba del
escenario, de emociones, movimientos y pensamientos que se generan ahí mismo,
no son prefabricados. Tratar de vivir eso que está ocurriendo como si en ese
momento fuese parte de un moviendo orgánico y vital de la vida. Y creo mucho en
la concentración, en el contacto con el compañero, depender mucho del otro, lo
que está dando el otro. Estar atento al otro, es la premisa, porque aparte eso
se parece más a la vida. Uno en la vida está pendiente de uno y tiene momentos
reflexivos pero todo el tiempo está en una interrelación con otra persona y con
objetos que están cargados para uno. Desde una mesita de luz, hasta la cama,
las sábanas, tu pareja, el ambiente que uno creó, que le dio forma. Ese lugar
donde uno se siente cómodo.
Todo tiene que ver con el afuera. Y es una
metáfora de la vida; un actor está interpretando a un ser humano dentro de un
diseño escrito por otra persona. El actor debe saber bien de qué manera
ocuparse acerca de qué quiso contar el autor para saber qué tiene que actuar.
¿Qué cosa no entendiste aún a los 42 años?
[Piensa] Creo que puedo aprender muchas cosas,
soy un tipo de mirar muy para adelante; lo que viene siempre estará mejor.
Pienso que voy a vivir 50, 60 años más [Sonríe].
¿Le tienes miedo a la muerte?
¿Al cajón? No, para nada. Pero se siente el
paso del tiempo…
¿Qué sabes hacer muy bien que no nos enteramos
aún?
Uy, déjame pensar…bueno, lo de ventrílocuo es
como que ya lo saben. Pasa que como actor uno debe aprender muchas cosas. Pero
le hago el mejor tostado a mi hija. Y soy muy bueno haciendo masajes. ¡También
hago una torta de queso que me sale como a nadie! fuente ehowenespanol